El crecimiento económico mundial se está desacelerando y podría resultar en una recesión sincronizada.

El pasado mes de octubre, el Fondo Monetario Internacional (FMI) pronosticó que la economía mundial crecería un 4,9 % en 2022. Después de casi dos años marcados por la pandemia, era una buena señal de un retorno paulatino a la normalidad.En su informe semestral, el FMI emitió algunas notas optimistas, señalando que mientras la pandemia continuaba, también lo hacía, aunque de manera desigual entre las regiones, la recuperación económica.

Apenas seis meses después, el FMI revisó sus predicciones: no, dijo, este año la economía crecerá solo al 3,6%.El recorte, 1,3 puntos menos que el pronóstico anterior y uno de los más grandes del Fondo desde principios de siglo, se debió en gran parte (como era de esperar) a la guerra en Ucrania.

“Los efectos económicos de la guerra se están extendiendo por todas partes, como ondas sísmicas que emanan del epicentro de un terremoto, principalmente a través de los mercados de productos básicos, el comercio y los vínculos financieros”, escribió el Director de Investigación, Pierre-Olivier Gourinchas, en el prólogo de la edición de abril de Perspectivas de la economía mundial.“Debido a que Rusia es un importante proveedor de petróleo, gas y metales y, junto con Ucrania, de trigo y maíz, la disminución actual y anticipada en el suministro de estos productos básicos ya ha elevado sus precios considerablemente.Europa, el Cáucaso y Asia Central, Medio Oriente y África del Norte y África subsahariana son los más afectados.Los aumentos en los precios de los alimentos y los combustibles afectarán a los hogares de bajos ingresos en todo el mundo, incluso en las Américas y Asia”.

Por supuesto, gracias a las tensiones geopolíticas y comerciales, la economía mundial ya estaba siguiendo una trayectoria descendente antes de la guerra y la pandemia.En 2019, solo unos meses antes de que el covid-19 cambiara la vida tal como la conocíamos, la directora gerente del FMI, Kristalina Georgieva, advirtió: “Hace dos años, la economía mundial estaba en un auge sincronizado.Medido por el PIB, casi el 75% del mundo se estaba acelerando.Hoy en día, incluso más de la economía mundial se mueve en sincronía.Pero desafortunadamente, esta vez el crecimiento se está desacelerando.Para ser precisos, en 2019 esperamos un crecimiento más lento en casi el 90% del mundo”.

Las recesiones económicas siempre han afectado a algunas personas más que a otras, pero esa desigualdad se ha visto exacerbada por la pandemia.Las desigualdades se están ampliando tanto dentro de las naciones y regiones avanzadas como emergentes.

El FMI ha examinado el desempeño económico en los países avanzados durante las últimas décadas y descubrió que las disparidades subnacionales han aumentado desde fines de la década de 1980.Estas brechas en el PIB per cápita son persistentes, aumentan con el tiempo y pueden ser incluso mayores que las diferencias entre países.

Cuando se trata de economías en regiones más pobres, todas exhiben características similares que las colocan en una desventaja significativa cuando golpea una crisis.Tienden a ser rurales, menos educados y especializados en sectores tradicionales como la agricultura, la manufactura y la minería, mientras que las naciones avanzadas suelen ser más urbanas, educadas y especializadas en sectores de servicios de alta productividad como la tecnología de la información, las finanzas y las comunicaciones.El ajuste a los shocks adversos es más lento y tiene repercusiones negativas más duraderas en el desempeño económico, lo que aumenta un corolario de otros efectos indeseables que van desde un alto desempleo y una sensación reducida de bienestar personal.La pandemia y la crisis alimentaria mundial desencadenada por la guerra en Ucrania son una clara prueba de ello.